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lunes, 3 de diciembre de 2012

REFLEXIÓN OBLIGADA

NO por moda sino por sufrirlo. Estamos obligados a hablar de crisis, de desahucios, de EREs, de la cifra de parados, del número de personas que no tienen para comer…

Estamos así, como todos saben, porque alguien en su momento no hizo las cosas bien. ¿Alguien, solamente, o todos?

Todos: el banquero, sobre todo, por ofrecer lo que no debía a quien no estaba capacitado para entenderlo, el ciudadano por comprar lo que no podía pagar antes de jubilarse, el empresario por dejar, de pronto, de ser buen empresario ¿o es que no lo era antes y no se notaba por ser época de bonanza?, el político por reírse de la administración correspondiente y de los ciudadanos… Aquí no se salva ni Dios.

Ni Dios. Seguro que un día de estos, hasta el Cielo presenta un ERE. Como hace un mes lo hizo el Campo de Golf. Y ahora Paradores. Ahora les toca a ellos. ¿Al de Lerma? También al de Lerma, aunque dicen que está mucho mejor que otros, pues sigue teniendo beneficios. Pero ¿cuánto durará? ¿Cuánto esto y lo de todos?

Lo que duele es verse así. Vernos los de aquí, los de allí, los de más allá. Comprobar que quien dijo Digo, dice ahora Diego.  Lo que duele es que haya trabajadores despedidos por empresarios que siguen sin reducir sus gastos personales… O que el empresario, grande o pequeño, que puede bajar el precio de sus productos no lo haga y pase de todo esto, y siga con la misma política de antes de la crisis. ¿Acaso son ahora más baratos el pan, la leche, la ropa, la fruta, el aceite, la luz, la gasolina, los libros, el vino… como medida para paliar un poco esta situación?

Y es que no se entiende. Resulta que todas las empresas reducen plantilla, casi al mínimo, y piensan mantener su oferta en el mercado. ¿Cómo, fabricando en casa y pagando en negro? ¿Y para quiénes si no va a haber compradores? Algo no funciona, o mucho.

¿No somos capaces de llegar al acuerdo de reducir el margen de beneficios y un poco los salarios para mantener los puestos de trabajo y la demanda?

Lo que tampoco se entiende es que tenga que ser el ciudadano una hermanita de la caridad. Que haya grupos, asociaciones, ONGs que pidan alimentos a los ya maltratados consumidores y no directamente a los supermercados. Son estos quienes deben aportar esas ayudas, pues a ellos nos les supone nada.

Y en Lerma, ¿qué establecimiento ha reducido considerablemente sus precios? Ninguno. Ni siquiera el mercadillo de los miércoles...


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